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30/10/13


Y estaba ahí, teniendo una lucha interna más fuerte que las anteriores. Se sentía perdida, confundida, triste. Sabía que se tenía que decidir, tarde o temprano por uno de los dos caminos que se habían postrado frente a ella. Nunca ha sido fácil expresar lo que siente, y en estos momentos no es la excepción.

Le es tan difícil tomar una decisión, pero sabe, que sea cual sea, ella sale perdiendo.

Uno de los caminos, le ofrece lo que tanto tiempo había esperado, una realización personal, independencia e individualidad. Dejaría de ser "la hija de:", "la mamá de:", "la esposa de:" y tendría la estabilidad económica que durante años deseo. El precio: El derrumbamiento familiar. Una vida emocionalmente inestable. El motivo por el cual se habría orillado a buscar eso, no tendría sentido ya.

El otro camino le ofrece una vida como quizá (muy en el fondo) la desea: estabilidad emocional, y probablemente, económica, pero sabe que el precio también es muy alto. Sería ver sus sueños y deseos de realización personal no pospuestos, si no olvidados. Sentir que se estancó (o no, aún no puede saberlo) y que ya no puede hacer más.

Se siente agotada, todo el tiempo hay ideas revoloteando en su cabeza, tanto pensar, duele. Si al menos hubiera alguien neutral. Alguien a quien no le afectara ninguna decisión que sea tomada. Alguien, que a pesar de todo, pueda tomarla de la mano, mirarla a los ojos y decirle: 

-Todo estará bien...

¿Y todo estará bien?